miércoles, 26 de agosto de 2009

Dolor que duele

Hoy quiero referirme al dolor. A ese que alguna vez todos adoptamos por algún motivo, por algún tiempo. Y hablar de la relación que las personas a veces tenemos con el dolor. Con las situaciones angustiantes.
Es sorprendente. En estos últimos dos años me ha llamado la atención la actitud de mucha gente frente a los momentos de tristeza. Más que nada, porque no todos saben cómo enfrentarse a ese tipo de situaciones: al llanto desconsolado, a la desesperación frente a lo inesperado, a la impotencia que generan las malas rachas y a la angustia que nos provoca encontrarnos inmersos en un presente que no es el que queríamos para nosotros, y mucho menos augurar un futuro que no es el deseado.

En todo este tiempo, hubo gente que escapó a nuestro dolor. Huyó. Sin preguntar demasiado. Enmudeciendo los llamados, escaceando las visitas, como si nuestro dolor fuera contagioso. Como si la ausencia repentina no nos generara más dolor. Más aún. Muchos, argumentando cuál difícil se les hacia la situación (¿a ellos?) ; otros, excusándose en el sufrimiento que les provocaba nuestro sufrimiento (Ja!)

Mentiría si dijera que no me generó bronca. Indignación. Pero sobre todo, mentiría si dijera que no generó una gran desilusión por los vacíos que de repente se hicieron y porque de golpe nos vimos obligados a replegarnos en nosotros mismos (nos fortaleció mucho, gracias!) pero hubo momentos en los que necesitamos del otros. De quienes hasta ese momento siempre habían estado.

Por suerte, hubo gente de la otra. De esa que nos regaló una estampita con historia. La que rezó por nosotros y prendió esa velita en una catedral parissina, y también quien desde la India le pidió a ese Dios -que es un poco de todos- para que nuestro deseo mayor se cumpla. Gente que no pensábamos que nuestro dolor podía dolerles tanto, y que descubrimos con el tiempo que nuestro anhelo, era también su anhelo.

No hizo falta mucho. Sólo bastó una simple llamada. Una pregunta concreta, y no: "¿cómo están?"... sólo alcanzó con saber que estaban. Con ofrecernos la "oreja" más de una tarde. Más allá de todo. Y de todos. Sólo bastó con tener la intención de acompañarnos en el dolor, acompañarnos simplemente. Y ayudarnos a que nuestro dolor duela menos... al menos el dolor de no tener hijos ... (por el momento)

miércoles, 19 de agosto de 2009

Más que un sueño...

¿Cuántas veces nos levantamos sobresaltados, a la madrugada, porque el sueño que acabamos de tener resulta tan real que parece cierto? Tan cierto que la angustia perdura por unos segundos. O tan maravilloso que cerramos los ojos con fuerza con la intención de volver a él, de seguir soñando; con la ilusión de que esa felicidad continúe... un rato más.. un poco más... sólo un poco.

Yo no sólo sueño dormida. También colecciono de los otros, de los sueños que se sueñan despierta y que se le pueden dar forma; de esos a los que uno le elije las personas, y los aromas, y si no te convencen demasiado, retrocedés y volves a empezar... de esos a los que uno recurre cuando vas caminando, mientras escuchas música o cuando te distráes unos segundos frente a la compu... y que por elegirlos, es obvio que son deseados. Con fuerza. Con toda la fuerza.

Claro que, en general, mis sueños coinciden. Despierta o no, mis fantasías son las mismas.

Y anoche tuve un sueño. Real. Tan real que sino fuera porque sé que no fue cierto, pensaría que de verdad ocurrió.
Anoche, soñé que amamantaba a mi hijo. No puedo asegurar si se trataba de una nena.. si era un varón... no podría describir el color de sus ojos ni la edad que tenía... pero si puedo recordar la fuerza con la que se alimentaba de mí; si tengo presente cómo sujetaba mi dedo con su pequeña manito y el olor que tenía su piel rosadita... no lloraba, sólo se acurrucaba en mi... y yo... yo era tan feliz, tan inmensamente feliz... colmada de una sensación que jamás experimenté pero que se sentía bien.... muy bien... me sentía tan completa...

Y de repente, el despertar. A mi lado, M. tan ajeno a aquello, y sin embargo tan presente. El despertar y la realidad. La verdad de este presente que por momentos agobia. Y la sensación de ambiguedad porque fue un sueño... pero tan real que quizás fue cierto. O mejor dicho, fue cierto.

Yo tuve en mis brazos a ese hijo nuestro. Yo alimenté mi vida con su vida. Y quién me diga que no, no entiende nada. No sabe de la fuerza de los deseos... de que las fantasías -algunas- tienen la magia de convertirse en realidad, al menos por un rato. Y más maravilloso aún, de hacernos sentir cada vez más cerca de nuestros sueños. De los reales, claro.

jueves, 6 de agosto de 2009

Y esperamos...


No es de mi autoría, pero cuando lo leí me sentí tan identificada. Lo comparto con ustedes...

Nos enamoramos...
y como muchas parejas quisimos un hijo...
entonces hicimos lo que todos hacen:
tratamos... y esperamos,
con emocionada anticipación
y esperamos, esperamos, esperamos y esperamos...
Hemos soportado tests, preguntas, exámenes... nuestra vida íntima fue invadida
y entonces nos hablaron de imposibilidad...
y lloramos, nos dolió, hemos perdido...
nos preguntamos porqué, hemos visto más doctores y especialistas,
hemos soportado más tests y nuevos tratamientoses
tuvimos cerca el uno del otro...y esperamos
Otras parejas que conocíamos estaban embarazadas...
y tuvieron bebés
hermosos... increíbles... milagrosos...
Hay recordatorios en todos lados
(anuncios, bautizos, dedicatorias, fiestas de cumpleaños)
Algunas veces...
inventamos excusas,
y no vamos, no es un acto de egoísmo,
es un acto de auto-preservación
Nuestros corazones duelen,
todavía esperamos...
con cada nueva oportunidad
y desesperación
cuando el fracaso nos visita nuevamente.
Es nuestro anhelo el que nos mantiene en este camino....
A medida que pasa el tiempo
hemos cambiado...
pero el tema se ha convertido en parte de lo que somos...
También nos hicimos más fuertes...
como amigos, como amantes, juntos
y luchamos...
Nuestros limites son probados
y sobrevivimos...
y esperamos...
La gente algunas veces dice
"quizás solo necesitas relajarte"
"ya ocurrirá, no te preocupes"
"todavía sos joven"
"Has intentado esto?"...
Pero lo que necesitamos es amor,
apoyo, sensibilidad, entendimiento...
un hombro sobre el cual llorar...
Parte de este camino nunca terminará...
a veces tenemos la impresión
que durará toda la vida...
pero resolveremos nuestra problema, de algún modo...
Es que no sabemos todavía el tiempo
que nos llevará...
Sólo si se recorre un rato nuestro camino,
se entiende nuestro dolor...
Un dolor que sólo calmará
la llegada de nuestro hijo...