jueves, 25 de marzo de 2010

Yo, limonada

El comienzo de una pelicula que vi ayer arrancaba explicando que la vida, a veces, te da "limones". Y que hay dos opciones: aguantar su acidez o hacer limonada.

Y la verdad es que más allá de la cursilería éste es un dilema que se nos presenta a diario. Porque "limones" tenemos o hemos tenido todos alguna vez; quizás varía la cantidad o el momento en el que se nos presentan, pero la actitud que adoptamos frente a ellos se sujeta a dos posibilidades: la acidez (propia del "limón") o la dulzura de la limonada.

No es una novedad que siempre, ante las distintas situaciones que se nos presentan en la vida, existen dos alternativas: continuar adelante o abandonar la lucha; caminar solos o pedir ayuda; poner voluntad o dejarse llevar... la elección es nuestra. Sólo nuestra.

Y se trata de una decisión no tomada al azar. No elegida en un momento de aburrimiento. Sino que es una opción a la que arribamos después de muchas peleas, con el otro y con nosotros mismos. Después de mucho trabajo interno. De muchas noches de insomnio. De mucho mirar al cielo en busca de una señal, de algo que nos guíe. En vano.

¿Limones o limonada? Si me decidiera por lo primero, tendría que aceptar que la acidez puede tal vez convertirse en una especie de plaga que no solo ataca el estómago sino también el corazón. Y si el corazón se oxida las posibilidades de éxito serían casi nulas. Imposible que algo bueno nos suceda con el corazón a media máquina.

También tendría que tener en cuenta que no cualquiera está dispuesto a acompañarme en mi elección. Porque la acidez puede ser contagiosa. Ácida yo, puedo convertir en ácido todo aquello que me rodea. Y no sería sano. Mucho menos justo.

¿Y si optara por la limonada? ¿Si decidiera darle un toque de dulzura a lo agrio de la vida? Seguro que entonces sí habría alguien que decidiera acompañarme en esta cruzada. Y seguro también que contagiosa la acidez, contagiosa la dulzura. Y sería fnatástico contagiar a quienes me acompañan. A quienes me sostienen.

Yo me debato todo el tiempo entre una cosa y otra. Porque a veces me faltan fuerzas y estoy triste para encarar un sorbo de "limonada". Pero quizás sea hora de hacer de la limonada, un trago compartido. Un buen trago frente al mal trago que a veces nos da la vida.

Yo, limonada.

jueves, 4 de marzo de 2010

Mujeres fuertes

Vengo de una familia de mujeres. De esas que ponen el pecho y encaran. De esa clase de mujeres que no dicen a viva voz "te quiero", pero quieren tanto!

Vengo de una familia de mujeres fuertes para quienes la vida siempre significó un desafío. Somos cuatro generaciones, y a las cuatro, puedo asegurarlo, el destino nos puso a prueba: un amor que murió muy joven; un matrimonio que terminó de golpe; la intensa búsqueda de un hijo; la sorpresiva llegada de un bebé... (ésta vez varón, para cambiar la historia familiar).

Lo cierto es que cada cosa que nos fue sucediendo nos moldeó para ser las que somos. Y somos de esas que no abrazamos muy seguido, pero defendemos nuestra familia con la voracidad de un león herido; y no preguntamos demasiado ni nos entrometemos mucho en la vida de las otras, pero basta con mirarnos a los ojos para saber qué es lo que anda mal.

Somos muy diferentes, y sin embargo, tan parecidas; sabemos mantener nuestras individualidades pero estamos unidas invariablemente, por siempre. Como las matrioshkas -más conocidas como "mamuskas"- distintas, pero con rasgos similares; si miramos bien, si observamos el detalle, nos damos cuenta que son como calcadas en el tiempo...

Y así, a través de las generaciones vemos el pasar de los años; los genes, que se trasmiten de una a otra, y es ver la vida continuar lo más maravilloso que nos ha pasado, es como ver el tiempo en movimiento. Es siempre un avanzar. Un constante ir hacia adelante. Pese a los tropiezos y las caídas -muchas de las cuales dejaron cicatrices-, pese a los momentos de desgano que nos dejaron sin aliento...

Cuando una cae, ahi están las otras, sacando coraje de donde no tienen, poniéndose la máscara de la alegría para que la maltrecha no se sienta tan mal, para levantarle el ánimo y convencerla de que todo pronto pasará, de que todo pasa. Y entonces, cargarse el problema al hombro y salir a la vida, como siempre. Juntas. Como las "mamuskas" cobijando una a la otra, y a la otra, y a la otra...

A esas mujeres -dos de las cuales están por cumplir años estos días- les dedico estas líneas, que no es más que una manera de decirles cuántos las quiero. Cuánto les debo. Cuán necesarias son en mi vida. Y cuánto las admiro... a mis mujeres fuertes. A mis "mamuskas".

miércoles, 24 de febrero de 2010

Perdida, y rescatada

A veces es dificil saber cómo seguir. Y a veces, también, dan ganas de mandar todo al diablo. Por suerte, es sólo a veces, pero cuando ocurre, los caminos que se abren frente a uno parecieran cerrarse de golpe, por arte de magia, y delante, la nada misma.

Ya nos hemos encomendado a todo: a los santos de la fertilidad, de la maternidad, a las señales del destino, a las cartas del tarot, a la borra del café, a la posición de los astros, a la terapia freudiana, a la medicina moderna y a la casera, a las manos de Ignacio, al yoga y al reiki... todo fue necesario en su momento.. y todo sigue siendo esperanzador, muy.

Claro que a veces todo es nada. Y por momentos se pierde el rumbo. Da la sensación que lo recorrido no es suficiente. Y uno se pregunta si vale la pena continuar en el mismo camino... uno se pregunta, si vale la pena continuar...

Nadie entiende que el calendario resulta a veces desvastador. Los días se convierten en un sinfin de fechas y horarios determinados; y a las señales del cuerpo les atribuyo siempre la misma posible causa: si estoy mareada, estoy embarazada; si me da asco una comida, estoy embarazada; si me siento demasiado cansada, estoy embarazada; si todo me sensibiliza, estoy embarazada; si me cruzó varias embarazadas el mismo día, estoy embarazada; si el bebé de una amiga me rechaza, estoy embarazada; si me siento hinchada, estoy embarazada...

Nada de eso. Las señales no son precisamente lo que yo interpreto. La hiper sensibilidad, la hinchazón, el hambre desaforado o las inmensas ganas de dormir tres días seguidos responden a razones físicas o mentales que nada se asocian a un posible embarazo. Sin embargo, claro, sigo de cerca cada señal, por si acaso.

Y mientras voy por la vida leyendo las señales que se me cruzan me pregunto cómo seguir. Qué más hacer... si retomar el camino andado y volver a ver médicos y especialistas que nuevamente indagan y preguntan, y te exponen, y te analizan... o dejar que la vida fluya, y esperar.. seguir esperando...

Hoy, cuando desperté, después de una larga noche de dudas, preguntas y replanteos, un mensaje de texto me dio la respuesta que esperaba, o al menos, a la que me aferro para continuar adelante -porque evidentemente queremos seguir adelante-... "No dudes, quedáte atrás mio, seguime, que yo te digo cómo llegar a donde queremos ir... "

La verdad intuyo que vamos a alcanzar lo que buscamos. No sé de qué manera. No sé en cuánto tiempo. Lo que si sé, es que cuando me pierdo, siempre me rescatan. Mejor dicho, siempre está él para rescatarme.

martes, 26 de enero de 2010

Hasta la vuelta...

Me voy un tiempo. De vacaciones. En realidad unos días, pocos, pero el tiempo suficiente para dejar mi "mundo" de lado y viajar con el cuerpo y la mente hacia algun lugar que me despeje, me abastraiga, me ayude a trasladarme con mis pensamientos hacia donde yo quiero ir... hacia donde más me gusta ir...

Me tomo vacaciones de tantas cosas! Algunas son reales. Es decir, vacaciones del trabajo. Del calor que pega duro en esta ciudad de las diagonales. De las actividades que nos marcan el ritmo durante el año... pero también me tomo vacaciones de algunos deseos que se hacen desear, de proyectos a medio camino, de tests y fechas, y del calendario femenino...

Bajo la persiana por unos días. Quizás, porque cada vez que lo hago retomo fuerzas. Tomo carrera para que el salto sea más alto o para llegar a la meta deseada con mayor decisión. Voy a salir de mi "mundo" por un rato; mundo que amo, sin el cual no podría respirar ni aspirar a nada... pero "mundo" que agobia por momentos. Que me pisa los talones, porque a veces corre a más velocidad que yo y me alcanza. Y cuando lo hace, muchas veces, me desbasta.

Me espera el silencio del sur, que como dicen, también existe. El paisaje que además de relajar, te incita a respirar profundo, bien profundo, y exhalar con fuerza; y en ese mismo acto, en ese mismo instante, sacar de lo más interno nuestro todo aquello que nos duele y -como siempre digo- nos quema por dentro.

Me espera el descanso y el imponente paisaje que brinda muchas veces la naturaleza. Esa misma naturaleza que siento que por momentos nos juega tan en contra. Tanto. Me espera el compartir con amigos. Y tiempo con M.; ese tiempo que durante el año siempre escasea. Me esperan unos mates frente al lago. Y un asado en el medio del bosque de álamos...

Me tomo vacaciones de mi misma. Y no es poco. A mi regreso, recién a la vuelta, comenzará, de alguna manera, el 2010 para mi. Y este tiempo de pausa habrá sido solo la antesala de un año cargado de expectativas. Entonces si será momento para ponerse en acción, de la manera que sea, para empezar a cerrar capitulos que, de por si, abrirán otros. Quizás tediosos y hasta dolorosos por momentos, pero capítulos que indefectiblemente, me acercarán a la luna, y una vez allí, cuando la tenga bien cerca, correrla del medio, sacarla de escena de una vez por todas, y palpar de cerca aquello con lo que sueño cada noche...

Y entonces, entre vos y yo, ya no estará la luna... ya no habrá nada en el medio, y ya no necesitaré nunca más, nunca, tomarme vacaciones de mi "mundo"... porque para entonces, ya habré dejado de lado las pesadillas y el dolor devastador del fracaso... para entonces, vos serás mi "mundo" y de él, te aseguro hijo, no querré tomarme vacaciones.

martes, 19 de enero de 2010

¿Un paso o una decisión?

Entre la tristeza y la alegría hay un paso. Corto. Chiquito. Pero un paso al fin. Y ese trayecto que más de una vez nos resulta imposible de superar, en muchas otras oportunidades es tan corto que lo traspasamos sin ni siquiera darnos cuenta. Y cuando nos damos cuenta, ya estamos del otro lado.

Hoy leí algo tan sencillo pero por demás interesante, y sin embargo tan difícil a veces de llevar a cabo: "para ser feliz, sólo hay que ser feliz". Entonces enumeré mentalmente la infinidad de cosas que me hacen feliz. Las repasé, una a una. Y me doy cuenta, que la mayor parte de esas cosas están conmigo. Me acompañan. Forman parte de mi presente.

Y cuando digo "la mayor parte" quiero decir justamente eso. No hay "casi" motivos para que no me sienta una persona plena. Satisfecha, conmigo y con mi vida. Y sin embargo... siempre hay un "pero", chiquito, pero "pero" al fin..

Para algunos, la ausencia de un amor; para otros el trabajo; algunos se sienten (y lo están) solos, y eso los amarga; hay quienes se sienten acompañados por el dinero, pero duermen en soledad noche tras noche. Cada uno encuentra su "pero" a medida, y dificilmente, hasta que esa situación -a veces real a veces imaginaria- no cambie, nada generará esa felicidad que buscamos y ansiamos día a día.

Claro que no se trata sólo de pensar en "positivo" o en "negativo"... tampoco de ver siempre la mitad del vaso lleno... entonces, ¿qué es lo que impide que nos saquemos definitivamente la máscara de la tristeza y empecemos a usar, eternamente, la de la felicidad... pero no por un rato, sino como filosofía; como arma con la que batallamos en los malos momentos, pese a ser malos..?

Creo entender, hoy más que ayer, el dolor de la gente. Es decir, creo comprender y aceptar que la gente sufre no porque quiere, como elección de vida, sino porque realmente el dolor quema y es dificil superarlo. Despojarse de él.

En el fondo empiezo a creer que uno se acostumbra a vivir con el dolor; y con esto no quiero significar que uno viva triste a diario, sino que cuando una situación o una circunstancia nos lástima realmente, quizás nunca deje de hacerlo, sino tal vez cambie el lugar que a ese dolor le vamos a dar en nuestras vidas.

Entiendo que una madre que perdió a un hijo, nunca logre despegarse de ese dolor. Entiendo que ser testigo de la enfermedad que aqueja a alguien a quien amamos, duela y duela. Creo entender que la muerte sorpresiva e inoportuna de alguien para quien la vida le deparaba aún un largo camino es un dolor eterno. Y también entiendo el dolor eterno que genera cuando alguien muy querido nos decepciona en el alma. O cuando la traición nos deja sin aliento y nos atraviesa la garganta conteniendo el llanto.

Me corrigo: entre la tristeza y la alegría, no hay un paso, hay una decisión. Pero hoy más que nunca entiendo que no todos puedan tomarla. Entiendo, que no cualquiera puede cargarse su mochila de dolor al hombro y caminar por la vida luciendo la máscara de la alegría... porque no a todos el dolor les resulta tan liviano, y porque muchos todavia no encontramos en qué rincón de nuestra vida almacenar aquello que nos lastima profundamente.

viernes, 18 de diciembre de 2009

2009, adiós...

Como inmersos en una búrbuja este año hemos permanecido en parte aislados del resto, pero juntos nosotros. Muy juntos... Inmersos, pero a la vez, alejados de todo aquello que en el pasado 2008 nos hizo tanto daño y, a la vez, paradójicamente, nos ayudó a crecer tanto.

Creo que este 2009 fue un año de transición. Para crecer. Para reafirmar lo que queremos y de qué manera lo queremos. Para tomar fuerzas. Para tomar carrera y avanzar hacia la meta nuestra. Para encarar la revancha. Con todo.

¿Y el 2010?.. con interrogantes.. cargado de dudas.. y de ganas de que se dé todo aquello que no sucedió hasta ahora...

... asi que desde nuestra burbuja decimos "adiós" a este 2009 y recibimos con ganas un 2010... un año par... que espero venga mejor barajado. Y que Dios, y todos los santos a los cuales le hemos rezado -y lo continuamos haciendo- nos ayuden. Como hasta ahora. Como siempre...

FELICIDADES!

martes, 1 de diciembre de 2009

Listo el nido...

Cuando era chiquita, lo que más dibujaba eran casas. Quizás porque a mi mamá -que no es muy buena con el lápiz y el papel- era el único dibujo que le salía bien... y yo intentaba copiarla.
Dibujé cientos. Variadas, distintas, de color, y en blanco y negro.

Las dibujaba siempre con una chimenea humeante, y un camino lleno de flores.. no faltaba un autito en la puerta y la familia tipo: papá, mamá e hijos... y el sol detrás, iluminando el bello paisaje... quizás desde entonces sabía qué era lo que quería para mí, y para mi futuro.

Mucho de eso, hoy se ve cumplido. Sin embargo, ninguna de aquellas casitas plasmadas en el papel se parecen a ésta de ahora. A este nido nuestro que logramos, con M., construir con esfuerzo y mucha constancia. Ésta de mi presente, es mejor que todas aquellas con las que soné en mi pasado. Tiene mucho de nosotros, de lo que somos y de lo que pretendemos ser... de lo que queremos como familia, de lo que soñamos desde hace tanto tiempo.
Hemos abandonado aquella otra que fue testigo de momentos tan intensos. Lejos quedaron algunas tormentas. Lejos, algunos nubarrones que ya ni se ven. Hemos soportado fuertes vendavales. De esos que arrasan con todo, y con todos. Nos hemos sentido muertos espiritualmente, acabados, sobrepasados... y sin embargo, seguimos, de pie. Gracias a la fuerza de mi hombre. Gracias a mi constancia. Gracias al amor que nos tenemos y que cada día, demuestra que es más fuerte de lo que hasta nosotros mismos creíamos.
Vuelvo la vista cinco años atrás, cuando nos mudamos a calle 9, y nos veo tan llenos de proyectos y de sueños... recuerdo la ansiedad que sentiamos por arrancar una nueva etapa. Esa misma etapa que trajo cosas hermosas, y no tan buenas, también.
Hoy, años después, siento que también esta mudanza es el inicio de cosas nuevas. Que sin duda marcará un antes y un después en nuestras vidas. Vuelvo a sentir la ansiedad frente a lo nuevo. Frente a las cosas deseadas que, quizás, estén a punto de cumplirse.
Sé que la vida da y quita. Sé que nada es a veces tan justo como quisiéramos. Sé que hay cosas que nos entristecen el alma y son díficiles de sobrellevar, pero si hay algo que aprendimos es a pelearla. A recuperarse de los golpes con la dignidad de un gladiador. A levantarse pese al dolor que nos quema por dentro. Y sobre todo, a apechugar juntos. Siempre juntos.
Hoy, esta nueva casa, la queremos dibujar con trazos gruesos. De esos que no se desdibujan...
Quizás éste sea el nido perfecto para cobijar nuestro sueño más deseado...
Tal vez, ésto era lo que estaba faltando...
Por si acaso, ya abrimos las puertas para recibirlo...