martes, 26 de enero de 2010

Hasta la vuelta...

Me voy un tiempo. De vacaciones. En realidad unos días, pocos, pero el tiempo suficiente para dejar mi "mundo" de lado y viajar con el cuerpo y la mente hacia algun lugar que me despeje, me abastraiga, me ayude a trasladarme con mis pensamientos hacia donde yo quiero ir... hacia donde más me gusta ir...

Me tomo vacaciones de tantas cosas! Algunas son reales. Es decir, vacaciones del trabajo. Del calor que pega duro en esta ciudad de las diagonales. De las actividades que nos marcan el ritmo durante el año... pero también me tomo vacaciones de algunos deseos que se hacen desear, de proyectos a medio camino, de tests y fechas, y del calendario femenino...

Bajo la persiana por unos días. Quizás, porque cada vez que lo hago retomo fuerzas. Tomo carrera para que el salto sea más alto o para llegar a la meta deseada con mayor decisión. Voy a salir de mi "mundo" por un rato; mundo que amo, sin el cual no podría respirar ni aspirar a nada... pero "mundo" que agobia por momentos. Que me pisa los talones, porque a veces corre a más velocidad que yo y me alcanza. Y cuando lo hace, muchas veces, me desbasta.

Me espera el silencio del sur, que como dicen, también existe. El paisaje que además de relajar, te incita a respirar profundo, bien profundo, y exhalar con fuerza; y en ese mismo acto, en ese mismo instante, sacar de lo más interno nuestro todo aquello que nos duele y -como siempre digo- nos quema por dentro.

Me espera el descanso y el imponente paisaje que brinda muchas veces la naturaleza. Esa misma naturaleza que siento que por momentos nos juega tan en contra. Tanto. Me espera el compartir con amigos. Y tiempo con M.; ese tiempo que durante el año siempre escasea. Me esperan unos mates frente al lago. Y un asado en el medio del bosque de álamos...

Me tomo vacaciones de mi misma. Y no es poco. A mi regreso, recién a la vuelta, comenzará, de alguna manera, el 2010 para mi. Y este tiempo de pausa habrá sido solo la antesala de un año cargado de expectativas. Entonces si será momento para ponerse en acción, de la manera que sea, para empezar a cerrar capitulos que, de por si, abrirán otros. Quizás tediosos y hasta dolorosos por momentos, pero capítulos que indefectiblemente, me acercarán a la luna, y una vez allí, cuando la tenga bien cerca, correrla del medio, sacarla de escena de una vez por todas, y palpar de cerca aquello con lo que sueño cada noche...

Y entonces, entre vos y yo, ya no estará la luna... ya no habrá nada en el medio, y ya no necesitaré nunca más, nunca, tomarme vacaciones de mi "mundo"... porque para entonces, ya habré dejado de lado las pesadillas y el dolor devastador del fracaso... para entonces, vos serás mi "mundo" y de él, te aseguro hijo, no querré tomarme vacaciones.

martes, 19 de enero de 2010

¿Un paso o una decisión?

Entre la tristeza y la alegría hay un paso. Corto. Chiquito. Pero un paso al fin. Y ese trayecto que más de una vez nos resulta imposible de superar, en muchas otras oportunidades es tan corto que lo traspasamos sin ni siquiera darnos cuenta. Y cuando nos damos cuenta, ya estamos del otro lado.

Hoy leí algo tan sencillo pero por demás interesante, y sin embargo tan difícil a veces de llevar a cabo: "para ser feliz, sólo hay que ser feliz". Entonces enumeré mentalmente la infinidad de cosas que me hacen feliz. Las repasé, una a una. Y me doy cuenta, que la mayor parte de esas cosas están conmigo. Me acompañan. Forman parte de mi presente.

Y cuando digo "la mayor parte" quiero decir justamente eso. No hay "casi" motivos para que no me sienta una persona plena. Satisfecha, conmigo y con mi vida. Y sin embargo... siempre hay un "pero", chiquito, pero "pero" al fin..

Para algunos, la ausencia de un amor; para otros el trabajo; algunos se sienten (y lo están) solos, y eso los amarga; hay quienes se sienten acompañados por el dinero, pero duermen en soledad noche tras noche. Cada uno encuentra su "pero" a medida, y dificilmente, hasta que esa situación -a veces real a veces imaginaria- no cambie, nada generará esa felicidad que buscamos y ansiamos día a día.

Claro que no se trata sólo de pensar en "positivo" o en "negativo"... tampoco de ver siempre la mitad del vaso lleno... entonces, ¿qué es lo que impide que nos saquemos definitivamente la máscara de la tristeza y empecemos a usar, eternamente, la de la felicidad... pero no por un rato, sino como filosofía; como arma con la que batallamos en los malos momentos, pese a ser malos..?

Creo entender, hoy más que ayer, el dolor de la gente. Es decir, creo comprender y aceptar que la gente sufre no porque quiere, como elección de vida, sino porque realmente el dolor quema y es dificil superarlo. Despojarse de él.

En el fondo empiezo a creer que uno se acostumbra a vivir con el dolor; y con esto no quiero significar que uno viva triste a diario, sino que cuando una situación o una circunstancia nos lástima realmente, quizás nunca deje de hacerlo, sino tal vez cambie el lugar que a ese dolor le vamos a dar en nuestras vidas.

Entiendo que una madre que perdió a un hijo, nunca logre despegarse de ese dolor. Entiendo que ser testigo de la enfermedad que aqueja a alguien a quien amamos, duela y duela. Creo entender que la muerte sorpresiva e inoportuna de alguien para quien la vida le deparaba aún un largo camino es un dolor eterno. Y también entiendo el dolor eterno que genera cuando alguien muy querido nos decepciona en el alma. O cuando la traición nos deja sin aliento y nos atraviesa la garganta conteniendo el llanto.

Me corrigo: entre la tristeza y la alegría, no hay un paso, hay una decisión. Pero hoy más que nunca entiendo que no todos puedan tomarla. Entiendo, que no cualquiera puede cargarse su mochila de dolor al hombro y caminar por la vida luciendo la máscara de la alegría... porque no a todos el dolor les resulta tan liviano, y porque muchos todavia no encontramos en qué rincón de nuestra vida almacenar aquello que nos lastima profundamente.