Vengo de una familia de mujeres. De esas que ponen el pecho y encaran. De esa clase de mujeres que no dicen a viva voz "te quiero", pero quieren tanto!Vengo de una familia de mujeres fuertes para quienes la vida siempre significó un desafío. Somos cuatro generaciones, y a las cuatro, puedo asegurarlo, el destino nos puso a prueba: un amor que murió muy joven; un matrimonio que terminó de golpe; la intensa búsqueda de un hijo; la sorpresiva llegada de un bebé... (ésta vez varón, para cambiar la historia familiar).
Lo cierto es que cada cosa que nos fue sucediendo nos moldeó para ser las que somos. Y somos de esas que no abrazamos muy seguido, pero defendemos nuestra familia con la voracidad de un león herido; y no preguntamos demasiado ni nos entrometemos mucho en la vida de las otras, pero basta con mirarnos a los ojos para saber qué es lo que anda mal.
Somos muy diferentes, y sin embargo, tan parecidas; sabemos mantener nuestras individualidades pero estamos unidas invariablemente, por siempre. Como las matrioshkas -más conocidas como "mamuskas"- distintas, pero con rasgos similares; si miramos bien, si observamos el detalle, nos damos cuenta que son como calcadas en el tiempo...
Y así, a través de las generaciones vemos el pasar de los años; los genes, que se trasmiten de una a otra, y es ver la vida continuar lo más maravilloso que nos ha pasado, es como ver el tiempo en movimiento. Es siempre un avanzar. Un constante ir hacia adelante. Pese a los tropiezos y las caídas -muchas de las cuales dejaron cicatrices-, pese a los momentos de desgano que nos dejaron sin aliento...
Cuando una cae, ahi están las otras, sacando coraje de donde no tienen, poniéndose la máscara de la alegría para que la maltrecha no se sienta tan mal, para levantarle el ánimo y convencerla de que todo pronto pasará, de que todo pasa. Y entonces, cargarse el problema al hombro y salir a la vida, como siempre. Juntas. Como las "mamuskas" cobijando una a la otra, y a la otra, y a la otra...
A esas mujeres -dos de las cuales están por cumplir años estos días- les dedico estas líneas, que no es más que una manera de decirles cuántos las quiero. Cuánto les debo. Cuán necesarias son en mi vida. Y cuánto las admiro... a mis mujeres fuertes. A mis "mamuskas".

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